Las posibilidades que nos ofrece Japón son inacabables. Este país de templos, budas, geishas, cerezos en flor y sushi es una sorpresa tras otra para el viajero occidental. Alojarse en un ryokan, darse un relajante baño en un onsen, asistir a un combate de sumo o ascender a la cima del Monte Fuji son algunas de las increíbles experiencias que podemos vivir en el país nipón. Aquí repasamos 21 de ellas.
1. Ir de compras en Tokio
Las posibilidades de shopping que ofrece Japón son apabullantes. Allí se vende absolutamente de todo, desde electrónica a ropa de marca pasando por complementos, ropa de deporte o curiosidades de todo tipo. En Tokio encontrarás desde sandías por 10.000 yenes (unos 80 €) hasta artículos de todo tipo en tiendas de todo a 100 yenes (0,81 €). Si quieres mezclarte con la jet set de la zona y ver algún famoso puedes ir a las glamurosas boutiques de Ginza. Si prefieres comprar donde lo hacen el resto de mortales tus zonas ideales son Shibuya y Shinjuku. Visitar el mercado de pescado más grande del mundo, el de Tshukiji, es una visita absolutamente imprescindible.
2. Hacer una escapada artística a Naoshima
Esta isla-museo situada en el mar Interior es una de los atractivos más interesantes de Japón. Está repleta de museos de arte, esculturas y casas artísticas con instalación propia. Incluso podemos encontrar el baño público más inusual del país, el “art sento”. En Naoshima podemos visitar galerías de arte en bicicleta o relajarnos con un buen chapuzón en la playa rodeados de un magnífico paisaje salpicado de islas.
3. Alojarse en un auténtico “ryokan”
Aquellos que quieran acercarse al ancestral modo de vida japonés pueden alojarse en un auténtico “ryokan” o posada tradicional japonesa. Los hay más lujosos y los hay más humildes pero en todos ellos disfrutaremos de una tranquilidad plena, comiendo en la habitación, pasando todo el día en batín o dándonos un relajante baño con vistas al jardín.
4. Acudir a un espectáculo de danza de geishas en Kioto
No hay un espectáculo más entrañable, divertido y colorido que una danza de geishas, todo un despliegue de música y color difícil de olvidar que nos traslada a otra época, como si de un sueño se tratara. Las geishas con más experiencia tocan el shamisen y las jóvenes deleitan al público con bailes tradicionales llamados kyomai. La temporada para asistir a estas representaciones es normalmente en primavera, estación en la que se celebra el festival Miyako Odori en Kioto, que se organiza en abril en el teatro del distrito de Gion Kobu.
5. Visitar Hiroshima
Hoy en día cuesta imaginar que Hiroshima, ahora adornada con arbolados y bonitos bulevares, fue una ciudad devastada por una bomba atómica, algo que el Museo Conmemorativo de la Paz se encarga de recordarnos para no olvidar este terrible acontecimiento histórico y así aprender una conmovedora e imprescindible lección de historia. En cualquier caso, la modernidad y los habitantes de Hiroshima harán que la recordemos no solo por este triste suceso.
6. Experimentar la cocina japonesa
Japón es un auténtico paraíso para ‘gourmets’ y merece la pena probar y experimentar, yendo más allá de las típicas barras de sushi. En Tokio o Kioto podríamos estar probando cocina especial japonesa durante todo un mes sin repetir plato: desde un desayuno auténticamente japonés (arroz, sopa de miso, tsukemono, pescados y huevo) o una noche de tapas por los izakaya (bares a los que van los japoneses después del trabajo). También podemos intentar acercanos a la verdadera cocina familiar (uchishoku) y, por supuesto, pasarnos por el mercado de Tsukiji, la lonja de pescado más grande del mundo.
7. Disfrutar de la fiesta de los cerezos en flor
Si hay una imagen evocadora de Japón es la de los cerezos en flor. Cuando esto ocurre los japoneses se vuelven más hospitalarios y alegres que nunca. Durante esta época primaveral pierden la seriedad y sobriedad que les caracteriza y agasajan a los turistas con cerveza, sake y tentempiés o incluso pueden llegar a invitarlos a participar en un karaoke. Las mejores zonas para disfrutar de esta fiesta son Maruyama-kōen en Kioto y Ueno-kōen en Tokio.
8. Esquiar en los Alpes Japoneses
Los aficionados al esquí y al snowboard tienen a su disposición kilómetros de montañas nevadas en las que practicar su deporte favorito. En los Alpes Japoneses es necesario ir bien abrigado pues el frío que los azota proviene de Siberia. Allí encontraremos multitud de tiendas para alquilar el equipo necesario y onsen (aguas termales de origen volcánico) donde relajarse. No hay nada más relajante que un baño caliente y sake frío después de una agotadora jornada en las pistas Black Diamond. En esta cordillera también podemos practicar senderismo por los caminos que llegan hasta el corazón de los picos altos.
9. Visitar un castillo nipón
Los castillos de Japón no se parecen en nada a los castillos occidentales a los que estamos acostumbrados. Podemos verlos en lo alto de las llanuras, bellos e imponentes. Aunque se construyeron para proteger a sus señores, más bien parece que se edificaron con el objetivo de embellecer el paisaje y alegrar la vista de los transeúntes. Los interesados en el mundo de los samuráis, los shogunes (señores feudales con ejército propio) o la historia militar de Japón disfrutarán visitando los castillos de Himeji, Hikone o Matsuyama.
10. Entrar en los jardines y templos de Kioto
Kioto es una visita obligada para todo aquel que viaje a Japón. Esta ciudad supone un encuentro con la sensibilidad, la tradición y la belleza nipona clásica. En ella nos encontramos con más de 1.000 templos de todo tipo por lo que es absolutamente imposible visitarlos todos y hay que elegir, aunque es difícil. Merece la pena dedicar unos minutos a buscar información sobre cada uno de ellos y así poder elegir aquellos que se ajustan más a nuestros gustos. El esplendor del Templo Kinkaku-ji es perfecto para los que prefieran lo majestuoso y llamativo. La tranquilidad que rezuman los templos de Hōnen-in o de Shōren-in es ideal para los amantes del estilo wabi-sabi (técnica de decoración basada en la simpleza rústica, la belleza del paso del tiempo y los ambientes naturales). Además de los templos en Kioto se encuentran algunos de los jardines más bonitos de todo Japón, como los que hay en Tōfuku-ji, Ryōan-ji y Ginkaku-ji.
11. Subir a la cima del Monte Fuji
Ascender hasta lo más alto de este icónico volcán japonés es toda una tradición centenaria llevada a cabo por cientos de miles de personas cada año. Si desde lejos el Monte Fuji ya quita el hipo, desde su mismo corazón, un cono de forma perfectamente simétrica, es absolutamente increíble. Ver el amanecer desde aquí es una experiencia mágica.
12- Adentrarse en el bosque de bambú de Arashiyama
Aquellos que hayan visto la famosa película de Ang Lee ‘Tigre y Dragón’ conocerán este famoso bosque situado al oeste de Kioto, uno de los rincones más mágicos de todo Japón. El efecto visual que provocan los cientos de cañas de bambú es infinito y no puede compararse al de ninguna otra arboleda del mundo.
13. Admirar la naturaleza de Hokkaidō, la isla más silvestre
Esta región sigue siendo hoy en día la más asilvestrada de todo Japón. Aquí todo es más amplio y los paisajes son algo diferentes a los del resto del país. Las distancias son mucho mayores, el cielo es más vasto y la naturaleza es más abrupta y agreste. Además es el único sitio de Japón en el que aún pueden verse osos pardos. Una de las visitas imprescindibles en esta zona es el parque nacional de Shiretoko. Sin duda los que vayan en busca de naturaleza salvaje no se sentirán defraudados en esta isla del norte de Japón.
14. Hacer una excursión a Kamikōchi y Tsumago
Hay dos lugares en Japón ideales para los amantes de las excursiones: el valle de Kamikōchi y Tsumago. El primero es uno de los parajes naturales más impresionantes del país. Rodeado por las cimas de los Alpes Japoneses, cuenta con varios senderos que parten desde el Puente de Kappa-bashi y siguen el cauce del río Azusa-gawa a través de frondosos bosques de olmos, arces y sauces. Por su parte, Tsumago es una población muy bien conservada repleta de típicas hospederías construidas en madera y que antiguamente daban alojamiento a los viajeros samurái.
15. Hacer el “Camino de Santiago” japonés
La Kumano Kodō es una antigua ruta de peregrinos situada en el sur de Kansai. No resulta difícil imaginar la época en la que se transportaban mercancías a cuestas por estos sinuosos senderos de montaña. Este vetusto camino, que puede recordarnos al de Santiago, recorre bosques repletos de cedros, santuarios y confortables hospedajes. Y para concluir nuestra andadura de la mejor manera posible, un buen baño en alguno de los mejores onsen de la zona.
16. Bucear con delfines en Ogasawara
Este archipiélago ubicado en el Pacífico, a unos mil kilómetros de Tokio, es uno de los secretos mejor guardados de Japón. Las islas subtropicales de Ogasawara han estado habitadas solo durante los últimos 180 años y están rodeadas de playas de arena blanca, cálidas aguas turquesa y una gran variedad de especies raras de animales y plantas. Este maravilloso paraje invita a buceadores y submarinistas a nadar entre tortugas marinas, peces manta y delfines. También es posible hacer rutas en kayak para la observación de ballenas por el día o las estrellas por la noche. La isla más importante y accesible es la de Chichi-jima.
17. Bañarse en un onsen
Para los japoneses el baño no es solo un mero acto de higiene sino que con los siglos se han convertido en una auténtica tradición casi religiosa. Es por esto que podemos encontrar onsen (santuarios y templos dedicados a esta relajante fe) por todo el país nipón. La sensación que proporcionan estos tradicionales baños termales naturales japoneses es única, todos los músculos se relajan y sentiremos una inmensa relajación y placer. Si además la bañera está al aire libre, cerca de algún arroyo, la experiencia será aún más inolvidable.
18. Asistir a un combate de sumo
Ser testigo de un combate entre dos yokozuna o grandes campeones de este singular deporte es algo que nunca olvidaremos. Tendremos la sensación de asistir a una lucha entre montañas, el suelo temblará bajo nuestros pies y no podremos apartar la vista del cuadrilátero y todas las cosas que ocurren dentro de él: los interminables cruces de miradas entre los adversarios, los gritos del árbitro o el curioso ritual de tirar la sal al aire.
19. Encontrarse con Buda
Una de las experiencias más místicas que pueden vivirse en Japón es ascender en funicular hasta el complejo budista de Kōya-san para visitar el santuario y el cementerio de Oku-no-in, donde las sendas se abren paso entre altos criptomerias (cedros japoneses) para llegar a la sala principal donde nos espera una estatua de Buda. Otro momento espiritual nos lo proporcionará el templo de Tōdai-ji en Nara, en cuyo interior nos espera el Daibutsu o Gran Buda, una de las atracciones japonesas más impactantes en opinión de muchos, debido a su energía y aire cósmico, que nos harán sentir más cerca que nunca de la iluminación.
20. Asistir a una función de teatro kabuki
El famoso teatro japonés kabuki, caracterizado por su estilizado drama y el uso de maquillaje elaborado, no se parece a ningún otro. El término kabuki significa, para algunos, “el arte de cantar y bailar”, mientras que para otros equivale a “teatro experimental y extraño”. Es uno de los espectáculos más entretenidos de ver, incluso no entendiendo nada del diálogo, y es algo que recordaremos siempre. Los mejores teatros para ver kabuki son Kabuki-za en Tokio y Minami-za en Kioto.
21. Admirar la modernidad de Tokio
Aunque Japón es mucho más popular por sus templos tradicionales, en Tokio se respira un ambiente urbano y cosmopolita y las calles son auténticos museos de arquitectura contemporánea al aire libre. Paseando por ellas encontraremos decenas de edificios diseñados por los arquitectos más reconocidos del mundo, como los proyectos posmodernos de Odaiba, las boutiques de Omote-sandō o los bloques de oficinas de Marunouchi.